Ya he dicho mucho y quizá demasiado.
Pero quiero que sepas que entregué todo de mi.
Amé a concho y más.
Me desgarré en cada decepción y me repuse por el gran amor que sentí.
Fuí honesta, agradecida y aporté en ti y para dos en la medida que fui viendo necesario hacerlo.
Fui paciente, capaz de perdonar y luchadora.
Fui amiga, compañera, apoyo, consejera, y amante.
Fui pan y cebolla, porque el amor y la compañía no tenían valor ni comparación.
Fui quien vió en ti lo que nadie quería valorar, amé todo lo que otros se negaban a ver, busqué en el fondo de tu ser eso que me hizo luchar día a día.
Amé hasta el dolor. Toleré hasta olvidarme de mi orgullo.
Esperé hasta que mi corazón dejó de latir.
Soporté más de lo que mi propio ser podía y amé más de lo que mi consciencia era capaz de entender.
Dejé la puerta abierta hasta se me congeló el alma y esperé hasta que mis músculos se atrofiaron.
Y nunca es poco, ni es demasiado.
Pero este trayecto era de dos, y no importa cuánto haya dejado, hecho, amado, esperado o soportado.
Hay alguien hayá afuera que no quizo verlo ni valorarlo.
Soy tan accesible y moldeable, tan adaptable y conversadora. Soy capaz de tranzar y de ceder.
Soy flexible y comprensiva cuando la honestidad está por delante, acaso no lo viste?
Es momento de decir 'te amo', pero no quiero amarte más.
Porque necesitaba ese "te amo" devuelta.
Y esa falta, mató todo esfuerzo y capacidad.
Pero hay un músculo que dejé escondido para que no se atrofiara; mi corazón. Y es él quien me enseña a dejar ir, a seguir.
Es es ese músculo que me impulsa a mantener todas esas capacidades vivas, pero hoy, para quien las vea y las valore.
Para poder decir por fin, 'Y tuvieron un final feliz'.
Y no sólo decir, como hoy...
'Y tuvieron un final'.
P.D.: Suena "Suavecito" 🎵