Estamos condenados a desear, a esperar, a soñar, a llenarnos la cabeza de información íntima y a veces irreproducible. Archivamos cada sensación, anhelo, incluso hasta el más mínimo roce. Somos amos y señores de nuestra memoria, y nada ni nadie puede hurgar en ella. Es nuestro rincón eternamente personal, y no sólo se encuentra en nuestro cerebro, sino también en cada uno de nuestros sentidos, en cada centímetro de nuestro cuerpo..
Condenados a memorizar
Estamos condenados a desear, a esperar, a soñar, a llenarnos la cabeza de información íntima y a veces irreproducible. Archivamos cada sensación, anhelo, incluso hasta el más mínimo roce. Somos amos y señores de nuestra memoria, y nada ni nadie puede hurgar en ella. Es nuestro rincón eternamente personal, y no sólo se encuentra en nuestro cerebro, sino también en cada uno de nuestros sentidos, en cada centímetro de nuestro cuerpo..
1 reacciones:
somos amos y señores cuando nos rodea gente, cuando nuestros actos son vulnerables, pero cuando apoyamos la cabeza en la almohada para despedir el día, esa información íntima e irreprodusible es amo de nosotros, ese rincón sale, salta, juega, coquetea, nos sonríe y nos propone ya no ser algo irreproducible, nos propone algo insinuante, perfecto... una vida sin daños a terceros...
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