Siento un cosquilleo en los brazos y piernas, reviso cada cinco minutos el móvil por si ha llamado y no lo he oído. Algo se mueve dentro de mi que ansía que llegue pronto. Insisto una y otra vez en mirar y llamar hasta que por fin lo consigo; viene en camino. Corro a la ducha, ahora dan lo mismo los recuerdos, el calor, las exigencias o el sueño, la sensación de verlo en pocos minutos más, hace que todo se desvanezca e importe casi nada.
Olvidar mis miedos y ganas añejas son una constante cada vez que lo veo aparecer. Parece una tontera, incluso un acto pueril, pero para mi es lo necesario, casi vital por estos días.
Así, con un buen trago en mano, con un departamento lleno de antiguos amigos, disfruto de sus molestas risas burlonas, porqué sé que en pocas horas más estará en silencio, a solas para mi, regaloneándome como nadie lo ha hecho en mucho tiempo.
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