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welcome

Cada uno posee el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa..

Lágrimas invernales

Pregunté después de un eterno y cómodo silencio:

-Lloraste?
-Cuándo?
-Cuando se fue, lloraste?
-Pero lógico, mujer.. Lloré, lloré y lloré y cuando no pude más, seguí llorando hasta que me cansé de hacerlo.
-Pero aún la extrañas..
-Llorar no quita los recuerdos, pero te quita el dolor que te desgarra el pecho con cada recuerdo.
-Yo no lo he hecho
-Llorar?

No quise respoder y acto seguido mis ojos se nublaron y lo único que sentí fue sus manos limpiándome las mejillas. No tengo idea cuanto tiempo transcurrió, cuanta agua habré perdido y menos aún si alguien escuchó mis sollosos. Mi mente parecía en blanco y solo puedo asegurar que un peso enorme se despegó de mi tórax, haciendo mucho más fácil el respirar, el vivir, el sentir.
Me apretó como nunca lo hizo antes, lloró en silencio abrazándome como jamás esperé.. El gran resultado; un alivio para dos, una almohada húmeda y un sueño profundo en un abrazo cálido en medio de una fría noche de invierno.




I guarantee

"I guarantee there'll be tough times. I guarantee that at some point, one or both of us is going to want get out. But I also guarantee that if I don't ask you to be mine, I'll regret it for the rest of my life. Because I know in my heart... you're the only one for me."

Maggie Carpenter (Julia Roberts, Runaway Bride, 1999)

olvidO necesariO

Un par de clicks que dejan años de recuerdos en un olvido necesario. Mientras lo hacía recordé la frase de la película, "Cuánto pesa una relación?".. Pues la mía pesaba bastante gigas, más otros tantos discos, fotos, presentes y algunos papeles que, con total ceremoneidad, eliminé de mis pertenencias.
Debo reconocer que nada es fácil cuando se trata de romper rutinas que amas, que esperas, anhelas, guardas con un especial cuidado. Así que hice una lista con treinta y cuatro recuerdos que llevaba bajo la piel, los sentidos, la cabeza y en mis emociones, y durante treinta y cuatro días decidí atriborrarme de recuerdos y momentos para comenzar a dejar atrás el dolor que producen a veces. Es así como Elvis, los nueve, Frosty, el manjar, los alegretos, los tacos, los amaneceres cálidos, la navidad, los cigarros llorados, el pie de limón, los niños corriendo a cuerda, los papeles picados, e incluso los chicles de fruta han dejado de dolerme. Quedan unos cuantos días, unos cuantos recuerdos que llorar a solas, o a ratos con amigos, pero el alivio que se encuentra trás largos momentos de dosis de 'recuperación' es algo impagable.
Quizá alguna vez dije que la gente no cambia nunca, y hoy me retracto, porque siento que soy diferente en muchos aspectos, en muchos detalles que jamás imaginé evolucionar, y agradezco haber tenido la experiencia de un pérdida así de importante, porque era lo necesario para ser una persona íntegra, realmente completa, que es capaz de encontrar en el otro una compañía y no una necesidad, y que tiene el valor y la fuerza de poder hacer un par de clicks que dejan años de recuerdos en un olvido necesario.


En medio del salón

En medio del salón, con los músculos sin muchas ganas de responderme, con la sonrisa irrenunciable, con un milkyway en el mandil, con un glup-glup sonando cada pocos minutos, y con un deseo enorme de correr al sillón, ahí parada en medio del salón, me di cuenta lo mucho que había dejado trás la barra. Deseé un momento de soledad, silencio, completamente apartada del mundo.
Recordé al indú sentado con solemnidad hablándome sobre mi vida, mi pasado, mi futuro, de como todo había calzado de manera fenomenal, entonces dejé que las cosas importaran poco, nada, cero antes mis ojos perfeccionistas, y me dejé llevar por la cautivante sensación de paz, de mariposas, de colores, de humo, de manos cálidas, de besos que calzan, de tu maldito humor más ácido que el mío. Lograste hacerme mirar más allá, donde consigo verte y desear olvidar mis miedos, su olor, su recuerdo constante. Y ya no hay vuelta atrás, sólo un último conteo personal de autocontrol que a penas durará treinta y cuatro días, después de eso, seré lo que construí estos meses a punta de lágrimas.
Porque lo que fui es totalmente diferente a lo que soy hoy en medio del salón.