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Cada uno posee el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa..

Sueño.real

Desperté, te vi sentado en mi pouf naranjo (en tu honor) mirándome con esos ojos enamorados de siempre. Un calor rico recorrio mi ser, me sentí feliz, plena, casi desbordante de esa dicha que, a veces, siento tan esquiva. Con tus hermosas manos alrededor de tu cara, me mirabas en silencio, que jamás me pareció incómodo ni vacío. Estabas a punto de decirme algo cuando realmente desperté con el sonido de mi celular, un número desconocido llamaba y por inercia descolgué y luego del "hola" mi mundo se vino abajo. Esa voz baja y sensual me preguntaba a que hora iría a su encuentro. De golpe se fue el desánimo, el sueño, incluso la angustia.
Quizá al comienzo fue un sueño, pero horas más tarde era una realidad que me llenó el día, mostrando a través de mis ojos una extraña sensación de felicidad que, yo sé muy claramente, es sólo un sueño de un par de horas.



Diez minutos

Diez minutos, tres palabras, sus ojos casi ininterpretables, un saltito quizá, un día caluroso, una bolsa reciclable que va directo a la basura, yo misteriosamente calma, segura, casi completa.
Estábamos a treinta y cuatro centímetros, pero sentí que el paso del tiempo había corroído algo entre ese poco espacio.
Tres palabras, mi otra mitad diciéndolas, su voz pacificadora de siempre, sus dedos acariciando mi oreja, y parece que nada hubiese cambiado, parece que nada quisiera cambiar en esos, a penas, diez minutos.


Inversa

Por un momento quisiera estar desde el otro lado del cristal, ver las cosas como necesito verlas para entender el porque de muchas otras.
Sí, definitivamente se me haría mucho más fácil vivir de a dos otra vez.


Entre los muebles

Sentada entre los muebles que tú recorriste, compraste o elegiste conmigo, entre las personas que me acogen y contienen desde que tú no estás, en medio de todos esos recuerdos tuyos y míos, deseo con todas las fuerzas de mi ser que aparezcas nuevamente y me abraces cálida y eternamente. Trato de inventarte, de soñarte en algún sitio lejos, siendo igual de acogido y feliz que yo.
Y en estos momentos me replanteo la veracidad de la felicidad que siento, de las sonrisas que continuamente me acompañan. Por un rato largo olvidé esa motivación compulsiva de correr a mirarte fijo a los ojos, a tenerte cerca, a sentirte tan presente como lo fuiste por mucho tiempo. Pero ahora nuevamente me apresa la nostalgia, la emoción errónea de adorarte por cada una de tus caracteristicas de hombre, de diseñador, de amigo, de pareja. Quisiera hacer caso omiso a las emociones, tal cual alguna vez lo hice, pero la verdad es que cambiaste ese punto en mi, volviéndome un ser de piel, besucón, cariñoso e incluso paciente.
Adoro poder recordar las buenas cosas y quedarme con eso, poder tener esa sensación de extrañarte hasta el llanto, de aún desear hablarte, de que la melancolía corroa mis sesos por ti, de entender que eso me recuerda que estoy viva. Aunque a veces, daría esa misma vida por tenerte cerca, circundándome cual tiburón al acecho, con tus ojos encima de mi ser, acompañándome sentada entre los muebles que tú recorriste, compraste o elegiste conmigo.


Derretida

-¿Tienes de verdad sueño o quieres regalonear?

Terminó de formular su pregunta y yo estaba derretida como mantequilla al sol.

Regaloneo

Siento un cosquilleo en los brazos y piernas, reviso cada cinco minutos el móvil por si ha llamado y no lo he oído. Algo se mueve dentro de mi que ansía que llegue pronto. Insisto una y otra vez en mirar y llamar hasta que por fin lo consigo; viene en camino. Corro a la ducha, ahora dan lo mismo los recuerdos, el calor, las exigencias o el sueño, la sensación de verlo en pocos minutos más, hace que todo se desvanezca e importe casi nada.
Olvidar mis miedos y ganas añejas son una constante cada vez que lo veo aparecer. Parece una tontera, incluso un acto pueril, pero para mi es lo necesario, casi vital por estos días.
Así, con un buen trago en mano, con un departamento lleno de antiguos amigos, disfruto de sus molestas risas burlonas, porqué sé que en pocas horas más estará en silencio, a solas para mi, regaloneándome como nadie lo ha hecho en mucho tiempo.


TerrOr

Terror.
No existe otra palabra para lo que siento al pensar en no oírte, verte a los ojos, sentir el olor de tu piel, escucharte cantar 'feliz cumpleaños', ver esa expresión de asombro que pones cuando algo me hace gracia.
Extrañar.
A aveces se llega a transformar en algo físico, logrando expresarse como ansiedad incontrolable. Fumar ya no es alivio, ni leer, ni cantar a gritos, es simplemente un lapsus en el que tengo que saber mantener el control de mis dedos corriendo a buscar respuestas, que quizá nunca llegarán, que tampoco re-busco, pero a ratos florecen por cada rincón de esta contaminada cuidad.
Extrañar, no existe otra palabra para lo que siento, vivo y me acompaña a diario en cada paso que doy, en cada paso que puede volverse terror.