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Cada uno posee el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa..

Respiro II

Me encaminé casi por inercia a una casa que no pisaba hace años, como si algo inexplicablemente me guiara, como si nunca hubiese dejado de hacer ese recorrido. A metros de llegar, el corazón me latía rápido, inconstante, abrumadoramente lleno de miles de sensaciones que necesitaba calmar. A penas toqué la campana comenzaron a moverse los engranajes que por años estuvieron dormidos. El olor de la casa evocó situaciones pasadas, melancólicas, algo triste tal ves. Todos se sorprendieron, pero nadie dijo nada. Después de los abrazos, me dejé absorver por ese sillón tan añejo como los recuerdos que conserva. Recordé el día que con desesperación llegó a esa casa desconocida sólo para compartir un rato conmigo, un momento cálido, que ese sillón atesoró para mi y me devolvía justo en el momento más indicado. De fondo oía los pájaros cantar, el agua de la tina corriendo, y un rico olor a comida casera.
Luego de un rato, las manos amorosas de la Joy me llevaban hacia una tina llena de espuma relajante, llena de cariño que parecía no caber en ese baño, con esas palabras pacificadoras, calmas, que me hicieron sentir un calor y paz interior absolutos.
Poco después descansaba en esa enorme cama llena de mujeres riendo solemnes, resguardándome de todo dolor, acunándome a un sueño que reparó las heridas abiertas por la fecha, que culminaron en un sueño profundo, dándome el respiro necesario, en ese lugar que dio paso al inicio de una historia que, poco a poco, se desvanece entre mi piel, mis llantos fugitivos, en mi memoria que ahora se niega a ser olvidadiza. Justo ese día, justo en el día que parecía ser más necesario que nunca en mi vida.

1 reacciones:

Anónimo dijo...

la mejor relación es la que no se publica en las redes sociales, paradoja.