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Cada uno posee el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa..

Una noche en el puerto

Caminando, mirando el sol como caía hacía el Oceano Pacífico, y dando mis pasos por Av. Brasil, veía como el silencio se apoderaba de mi puerto. Era jueves, era frío, era yo y el cielo porteño. ¿Qué pasa? Miré el reloj para informarme del paso del tiempo, pero antes de ver los números me sentí perdida. ¿Qué calle era esa? ¿Dónde voy?
El sonido del teléfono me trajo de vuelta al mundo, eran las niñas, teníamos que volar, era el encuentro en el huevo (como si nunca nos vieramos ahí), pero caminé al mismo paso con el que venía. Las palmeras, el sonido del metro, el apuro de quienes venían saliendo de las oficinas, el alboroto que se forma a las afuras de la facultad "Ciencias Ecónomicas y Administrativas" de la U. de Valparaíso, las bocinas, las luces de los autos, la entrante oscuridad... Ese era el panorama de mi noche. El viento marino traía con él las gotitas que esparce mi mar (mío, MÍO!). Era hermoso, era una noche, una más de las tantas.
Seguí caminando, seguí por la vereda del frente, y ahí se veía un buque. La verdad es que no sé de donde es, pero iluminaba toda la bahía, me daba la sensación que era otra vez Enero, pero no.
En fin, ahí estaba, la entrada al antro, la entrada al lugar que nos daría su calor por algunas horas, ahí estaba la entrada que le daba un fin a mi noche en el puerto... Después, quién sabe!!!


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