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Cada uno posee el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa..

Veintiocho

Desperté en el mismo sillón que me había engullido horas antes, con el sol en mi rostro, un viento frío casi agradable que entraba por el ventanal y el cuello extremadamente torcido. Sentí olor a pan tostado y café de ese regalón que preparan para las visitas, lo que me impulsó a mover los músculos petrificados de la noche. Después de un sobre·esfuerzo y parada al final del pasillo, escuché las risas desde la cocina. Me recordó que el tiempo cura heridas y que tarde o temprano todo vuelve a su sitio. Entonces miré la puerta del fondo. Por mucho tiempo había sentido miedo de volver a entrar, de recordar o sentir algo que me revolviera el mundo. Decidida y mientras me acercaba, pensé que era hora de dar vuelta la página, de continuar, no importaba si cada rincón u objeto de 'esa' habitación me volviera tres años atrás, lo importante era afrontarlo todo. Toqué la manilla y noté mis manos temblorosas, me pareció bien temer, dudar, porque sólo así noto que hay cambios. Empujé la puerta y lo que vi gatillo mil sensaciones que aún no ordeno. Quizá estaba en ese estado desde ese mismo veintisiete, o talvez desde el día anterior a hoy, pero entendí porqué nunca me habían hablado de ello, u obligado a entrar. Estaba lista para verme deshacer mis miedos, y eso debía ocurrir cuando estuviera consciente de poder lograrlo. Las lágrimas de risa y melancolía corrían sin que me interesara detenerlas, mientras recorría la 'última' silla que dormía en medio de aquella habitación blanca y completamente vacía. Isha desde la puerta sonreía más que dulce y algo pícara, le devolví el gesto y me senté mirándola. 'Tu página en blanco, para que escribas lo bueno que viene', terminó la frase y volvió a la cocina, pero sus palabras quedaron rebotando en mi cabeza y en las paredes limpias que me rodeaban.
Hay cosas que no cambiarán, aunque se pinten de blanco, pero está la magia del tiempo, de la madures, la resilencia, que ayudan a entender que perdonándose a si mismo se puede dar vuelta la página y comenzar una nueva.

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